¿POR QUÉ LAS ESCUELAS DEBERÍAN ELIMINAR LOS ALIMENTOS CONTAMINADOS CON TRANSGÉNICOS DE SUS CAFETERÍAS?
Traducción tini Alvarado
Articulo en inglés: http://www.comanchecountychronicle.com/viewarticle.php?id=397
Institute for Responsible Technology
Boletín sobre los alimentos modificados genéticamente, Escupiendo los frijoles
Por Jeffrey M. Smith, autor de Semillas de Decepción
Antes de que la escuela secundaria Appleton Wisconsin sustituyera los alimentos procesados de su cafetería, por alimentos sanos y nutritivos, la escuela era descrita como fuera de control. Hubo tenencia de armas, disrupciones de estudiantes, y un policía de guardia a tiempo completo. Tras el cambio en las comidas escolares, los estudiantes estaban calmados, centrados y ordenados. No hubo más tenencia de armas, y ningún suicidio, expulsión, deserción escolar o tenencia de drogas. La nueva dieta y el mejor comportamiento han durado siete años, y ahora otras escuelas están cambiando sus programas de comidas con resultados similares.
Hace años, una clase de ciencias en Appleton encontró apoyo para su nueva dieta mediante la realización de un cruel e inusual experimento con tres ratones. Ellos los alimentaban con la comida chatarra que los niños en otras escuelas secundarias comen todos los días. Los ratones se volvieron locos. Su comportamiento era totalmente diferente al de los tres ratones de la jaula vecina. Los ratones vecinos tenían buen karma, ellos eran alimentados con alimentos nutritivos y completos y se comportaban como ratones. Dormían durante el día en el interior de su tubo de cartón, jugaban entre sí, y actuaban muy ratonilmente.
Los “ratones de comida chatarra”, por otra parte, destruyeron su tubo de cartón, ya no eran nocturnos, dejaron de jugar unos con otros, lucharon con frecuencia, y dos ratones mataron en última instancia al tercero y se lo comieron. Después de los tres meses de experimento, los estudiantes rehabilitaron a los dos supervivientes “ratones de comida chatarra” con una dieta de alimentos completos. Después de unas tres semanas, los ratones volvieron a la normalidad.
La hermana Luigi Frigo repite este experimento cada año en su clase de segundo grado en Cudahy, Wisconsin, pero afortunadamente, por sólo cuatro días. Incluso en el primer día de comida chatarra, el comportamiento de los ratones ’cambia drásticamente.’ Se vuelven perezosos, antisociales, y nerviosos. Y todavía les toma a los ratones alrededor de dos a tres semanas de alimentos sin procesar para volver a la normalidad. Un año, el segundo grado trato de hacer el experimento de nuevo unos meses más tarde con los mismos ratones, pero esta vez los animales se negaron a comer la comida chatarra.
Al otro lado del océano en Holanda, un estudiante alimentó un grupo de ratones con maíz y soya genéticamente modificadas (GM), y el otro grupo con una variedad no GM. Los ratones alimentados con GM dejaron de jugar con los demás y se retiraron a sus propias partes de la jaula. Cuando el estudiante trató de levantarlos, a diferencia de sus vecinos con buen comportamiento, los ratones alimentados con GM corrieron alrededor en aparente miedo y trataron de trepar las paredes. Un ratón en el grupo alimentado con GM fue hallado muerto al final del experimento.
Es interesante observar que los ratones alimentados con comida chatarra en los experimentos de Wisconsin también contienen ingredientes modificados genéticamente. Y aunque el programa de almuerzo escolar de Appleton no intentaba específicamente eliminar los alimentos modificados genéticamente, de todas maneras sucedió. Esto se debe a que los alimentos modificados genéticamente, como la soja y el maíz, y sus derivados se encuentran en gran parte en los alimentos procesados. Así que cuando la escuela cambio a alternativas sin procesados, casi todos los ingredientes derivados de cultivos modificados genéticamente fueron eliminados automáticamente.
¿Significa esto que los alimentos genéticamente modificados afectan negativamente el comportamiento de los seres humanos o animales? Seria sin duda irresponsable decir esto sobre la base del experimento en ratones de un solo estudiante y los resultados en Appleton. Por otra parte, es igualmente irresponsable decir que no lo hacen.
Estamos sólo empezando a comprender la influencia de la alimentación en el comportamiento. Un estudio en Science de diciembre de 2002 llegó a la conclusión de que ’las moléculas de alimentos actúan como hormonas, regulando el funcionamiento corporal y activando la división celular. Las moléculas pueden causar desequilibrios mentales que van desde los trastornos de déficit de atención e desordenes de hiperactividad a enfermedades mentales graves’. El problema es que no sabemos cuales moléculas de alimentos tienes qué efecto.
El mayor problema es que la composición de los alimentos modificados genéticamente puede cambiar radicalmente sin nuestro conocimiento. Los alimentos modificados genéticamente tienen genes insertados en su ADN. Pero los genes no son Legos, estos no se ajustan solos en su lugar. La inserción de genes crea cambios imprevistos irreversibles. En un estudio, por ejemplo, un chip genético monitoreo el ADN, antes y después de que un único gen extraño se insertara. Tanto como el 5 por ciento de genes del ADN cambiaron la cantidad de proteína que estaban produciendo. Esto no sólo es enorme de por sí, sino que estos cambios se pueden multiplicar a través de interacciones complejas bajo esta línea.
A pesar de las posibilidades de cambios dramáticos en la composición de los alimentos modificados genéticamente, estos son típicamente medidos para sólo un pequeño número de niveles de nutrientes conocidos. Pero incluso si pudiéramos identificar todos los compuestos cambiados, en este momento no podríamos saber cuales podrían ser los responsables de la naturaleza antisocial de los ratones o los seres humanos. Del mismo modo, estamos tan sólo empezando a identificar los compuestos medicinales en los alimentos. Ahora sabemos, por ejemplo, que el pigmento en los arándanos puede reactivar el sistema de comunicación neuronal del cerebro, y que los antioxidantes encontrados en la piel de la uva podrían luchar contra el cáncer y reducir las enfermedades del corazón. Pero ¿qué ocurre con los otros compuestos valiosos que no conocemos que podrían cambiar o desaparecer a las variedades modificadas genéticamente?
Considere la soja genéticamente modificada. En julio de 1999, años después de haber salido en el mercado, investigadores independientes publicaron un estudio mostrando que contiene entre 12-14 por ciento menos fitoestrógenos que luchan contra el cáncer. ¿Qué más ha cambiado que no conocemos? (Monsanto respondió con su propio estudio, que llegó a la conclusión de que los niveles de fitoestrógenos en la soya varían demasiado, incluso para llevar a cabo un análisis estadístico. Ellos no divulgaron, sin embargo, que el laboratorio que realizó el experimento de Monsanto había recibido instrucciones de utilizar un método obsoleto para detectar resultados en fitoestrógenos)
En 1996, Monsanto publicó un documento en el Journal of Nutrition que concluyó en el título: ’La composición de semillas de soya resistentes al glifosato es equivalente a la de la soya convencional’. El estudio comparaba sólo un pequeño número de nutrientes y al ver de cerca sus cuadros se revelaron diferencias significativas en contenidos de grasa, cenizas y carbohidratos. Además, la harina de soya modificada genéticamente contiene 27 por ciento más inhibidor de la tripsina, un conocido alergeno de la soya. En el estudio también se utilizan métodos cuestionables. Las comparaciones de nutrientes son realizadas rutinariamente en vegetales cultivados en idénticas condiciones a fin de que variables como el clima y el suelo se puede descartar. De lo contrario, las diferencias en la composición de plantas podrían ser fácilmente equivocadas. En el estudio de Monsanto, la soya fue plantada en una amplia variedad de climas y geografía.
Aunque uno de sus ensayos fue una comparación una al lado de la otra entre soya genéticamente modificada y soya no genéticamente modificada, por alguna razón los resultados quedaron por completo fuera del documento. Años más tarde, un escritor de medicina encontró los datos perdidos en los archivos de la revista Journal of Nutrition y los hizo públicos. No es de extrañar que los científicos los dejaran fuera del artículo. La soya genéticamente modificada mostró niveles significativamente más bajos de proteína, un ácido graso, y fenilalanina, un aminoácido esencial. Asimismo, harina tostada de soja genéticamente modificada contiene casi el doble del importe de una lecitina que puede bloquear la habilidad del cuerpo para asimilar otros nutrientes. Por otra parte, la soya genéticamente modificada tostada contiene tanto como siete veces la cantidad de inhibidor de tripsina, lo que indica que el alérgeno puede sobrevivir el cocinado mas en la variedad genéticamente modificada. (Esto podría explicar el 50 por ciento en aumente de alergias a la soya en el Reino Unido sólo después de que se introdujo la soya genéticamente modificada)
No sabemos todos los cambios que se producen con la ingeniería genética, pero sin duda los cultivos genéticamente modificados no son los mismos. Pregunte a los animales. Informes de testigos oculares de toda América del Norte describen cómo varios tipos de animales, cuando se le da una opción, evitar comer alimentos genéticamente modificados. Entre ellos vacas, cerdos, alces, ciervos, mapaches, ardillas, ratas y ratones. De hecho, el estudiante holandés mencionado arriba primero determinó que su ratones tenían un dos a uno de preferencia por los no genéticamente modificados antes de obligar a la mitad de ellos a comer sólo la variedad de ingeniería genética.
Las diferencias en los alimentos genéticamente modificados podrían probablemente tener un impacto mucho mayor en los niños. Ellos son entre tres a cuatro veces más susceptibles a las alergias. Además, ellos convierten más de los alimentos en material de construcción del cuerpo. Nutrientes alterados o toxinas adicionales puede resultar en problemas de desarrollo. Por esta razón, los estudios en alimentación animal son típicamente realizados sobre animales jóvenes, en desarrollo. Después de la prueba de alimentación los órganos se pesan y, a menudo, se estudian bajo magnificación. Si los científicos utilizan animales maduros en lugar de jóvenes, incluso graves problemas nutricionales podrían no ser detectados. El estudio de Monsanto utilizo animales maduros en lugar de jóvenes.
También diluyeron su soja genéticamente modificada con proteína no genéticamente modificada de 10 a 12 veces antes de alimentar los animales. Y nunca pesaron los órganos o los examinaron bajo un microscopio. El estudio, que es el único estudio importante en la alimentación animal con soya genéticamente modificada nunca antes publicada, es excusado por los críticos como fraudulento para evitar la búsqueda de problemas.
Por desgracia, existe un experimento mucho más grande en curso, uno en el que todos participamos. Estamos siendo alimentados con alimentos genéticamente modificados diariamente, sin conocer el impacto de estos alimentos en nuestra salud, nuestro comportamiento, o nuestros hijos. Miles de escuelas en todo el mundo, especialmente en Europa, han decidido no dejar que sus hijos sean utilizados como conejillos de indias. Se han prohibido los alimentos genéticamente modificados.
El impacto de los cambios en la composición de los alimentos genéticamente modificados es sólo una de las varias razones por las cuales estos alimentos pueden resultar peligrosos. Otras razones pueden ser mucho peores (ver http://www.seedsofdeception.com).
Con la epidemia de obesidad y diabetes y con los resultados en Appleton, los padres y las escuelas están empezando a darse cuenta del papel crítico que desempeña la dieta. Cuando se hacen cambios en lo que comen los niños, la supresión de los alimentos genéticamente modificados debería ser una prioridad.
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